1.También llovía en Madrid.

Llueve. Llueve mucho. Sin embargo un sol radiante e impropio de aquel mes de enero asoma por la ventana. Es en sus ojos donde llueve. Rojos e hinchados de tanto llorar. Tiene el corazón roto. Se seca las lágrimas que recorren su rostro con el puño de la camiseta y coge su teléfono decidida. Marca el número y tras un breve silencio... "El teléfono marcado no se encuentra disponible en este momento, por favor, inténtelo de nuevo más tarde". Laura se deja caer en la cama y rompe a llorar de nuevo. Él lo dijo en serio. No quería volver a hablar con ella. No puede ser. No le puede estar sucediendo esto. Aún tiene en sus oídos las ultimas palabras de Marcos. "¡Olvídate de mi, Laura". Una mezcla de desesperación y tristeza la recorre por dentro. Siente vacío y un nudo en el estómago. Ganas de saltar por la ventana. Impotencia por no poder hacer nada más. Y es que él ya había tomado una decisión. Era un punto y final.

Aquella tarde Laura lloró hasta quedarse dormida. Aquella tarde no fue una tarde cualquiera. Incluso el sol decidió esconderse y dejar paso a las nubes. Ya no solo llovía en sus ojos. Ahora también llovía en Madrid.

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