3. Ya es navidad

Es la mañana del día de navidad. Como todos los años, Laura se despierta la primera y corre por el pasillo hacia el árbol gritando ¡Ya es navidad! ¡Ya es navidad!
Pese a tener 18 años, vive la navidad con la misma ilusión que una niña de 5. Es su época del año preferida, el invierno, el frío, la  nieve, la decoración navideña... Le encanta. No le importa haber salido la noche anterior con sus amigos a celebrar la nochebuena y haberse acostado muy tarde, ¡como si no se tiene que acostar! Abrir los regalos que están bajo el árbol de navidad todos en familia es una tradición, y las tradiciones están para cumplirlas. Al igual que las promesas.

No puede parar de darle vueltas, no puede sacarlo de su cabeza. Desde que Laura recibió aquel mensaje de WhatsApp no ha podido dejar de pensar en Marcos. ¿Qué querrá? ¿Para qué le manda un mensaje, ese mensaje, después de casi un año sin tener ningún tipo de contacto? ¿Y para que se lo manda ese día sabiendo lo importante que es para ella esa fecha? Da por hecho que pretende fastidiarla, que no tuvo suficiente con la manera de dejar la relación, que no tuvo suficiente con el daño que le hizo.


24 de diciembre de 2011, Madrid.

Se conocen desde hace dos años. A ella siempre le pareció un chico interesante y muy atractivo, y todavía le costaba creer que llevasen unos meses quedando juntos. Tiene muchas ganas de verlo esta noche, aunque sea a escondidas. Porque así es como han estado quedando todo este tiempo, en secreto. Ninguno de los dos quiere que se sepa, odian los cotilleos y los rumores, y pensaron que sería lo mejor hasta que supieran si eran algo más que amigos.

Después de la cena en familia, Laura va a su cuarto a terminar de prepararse. Se retoca el maquillaje y revisa que tanto su ropa como su peinado estén perfectos. No puede haber fallos. Quiere impresionarle. Son más de las 12 de la noche, así que se dispone a salir con sus amigos al centro de la ciudad, a celebrar la nochebuena. Lo que no sabe es que esa noche va a ser más especial de lo que ella ya imagina. 

Tras besos, abrazos y miles de “¡¡Feliz navidad!!”, Laura comienza a pasarlo bien con sus amigas. Bailes, fotos, alguna que otra copa... cuando de repente nota como alguien se acerca por su espalda y le tapa los ojos.

-Estás preciosa – Esa voz, esa calidez en sus manos… Sólo podía ser una persona.

Ella se gira y tal y como esperaba, ahí estaba él. Era Marcos. Tan guapo como siempre. O más. Está un poco confusa. Le parece raro que él actúe así delante de tanta gente, ¿no habían acordado llevarlo en secreto?

Se apartan un poco del bullicio y de la gente, para poder hablar más tranquilos.

-Estoy algo confundida, ¿a qué ha venido eso? – le pregunta Laura con cara de circunstancia.
-Oh, lo siento si te ha molestado, solo quería sorprenderte.
-No no, no es eso. Pero como fuiste tú el que dijo de mantenerlo en secreto…
-¿Y tú no estabas de acuerdo con eso?
-Sí, pero no es eso.
-Laura, eso no importa ahora. Me gustas. Estoy a gusto contigo. Quiero que estemos juntos.
-¿Cómo? - Laura no da crédito a lo que acaba de oír. – ¿Me estás pidiendo que sea tu novia?
-Sí.
-Eh… mmm… Yo es que, no se… No estoy segura Marcos, no quiero pasarlo mal. Así estamos bien, no quiero que estemos un par de meses como novios y que luego me digas que te has cansado o agobiado, prefiero que las cosas sigan como hasta ahora.
-Te quiero.
-¿QUÉ? – Ahora sí que no da crédito a lo que está oyendo.
-Que te quiero. Que no me voy a mover de aquí hasta que no aceptes. Que no me voy a cansar dentro de dos meses, ni de tres. Te prometo…
-Marcos no sigas. Hay una frase que te vendría muy bien ahora mismo: “Lo que prometas bajo la luna, cúmplelo al salir el sol”. No creo que sea el momento adecuado para hablar de esto, y creo que no deberías hacer promesas que no sabes si podrás cumplir.

Marcos se queda callado unos instantes y continúa…

-Escúchame. Te PROMETO que todo esto es verdad, que es lo que siento, que quiero estar contigo. Llevamos unos meses conociéndonos, y no necesito más para saber que me gustas mucho. Así que sí es el momento adecuado, porque no quiero pasar otro día sin que seas mi chica. Es más, te prometo que no pasará ni un día en el que no recuerde esta promesa, que no pasará ni un solo 24 de diciembre en el que no te recuerde a ti que esta promesa sigue en pie.

Marcos la besa. Y Laura le devuelve aquél beso. Ambos se besan bajo la luna de ese 24 de diciembre, sin ser conscientes de que en un futuro esa promesa sería la causa de que muchas lágrimas se derramasen.

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