2. Lo que prometas bajo la luna cumplelo al salir el sol.
24 de diciembre de 2013, Madrid.
Ha pasado casi un año. Once meses, dos
semanas y seis días para ser exactos. Ya no le duele tanto, pero aún recuerda
los primeros días sin él. Lloraba todas las noches, y por las mañanas a duras
penas conseguía reunir fuerzas para salir de la cama. Sin duda fueron unas
semanas horribles. Ahora, tras once meses, dos semanas, seis días y muchas
lágrimas derramadas, Laura está bien. O al menos lo intenta.
Ella se encuentra en una pequeña cafetería
que está de esquina tomando un cappuccino para entrar en calor. Esa semana está
siendo una de las más frías del invierno. Para hoy tenía planificado hacer las últimas
compras navideñas. Es 24 de diciembre y aún le quedan detalles que terminar.
Mientras termina el café mira su reloj, 11:03 AM. Se arrepiente de haberlo
dejado todo para el final, ahora se le echa el tiempo encima. Sale rápidamente
del local olvidando su paraguas, del que no se acordará hasta unas horas más
tarde. Camina en dirección a la Gran Vía donde debe hacer unas compras y
recoger el regalo que encargó para su hermano.
Al salir de la última tienda y tras dar
algunos pasos nota como unas gotas mojan su rostro. Dirige su mirada al cielo y
se da cuenta de que está empezando a llover. Mierda. En ese momento se acuerda
de su paraguas. Cada vez llueve con más intensidad. Mira a su alrededor en
busca de un lugar donde refugiarse. Entre la multitud de gente alcanza a ver un
portal cercano que podría servir. Una vez que se encuentra a salvo de la lluvia
mira el reloj. Como no deje de llover pronto no le dará tiempo a coger el metro
y llegar a casa antes que los demás para poder esconder los regalos. No pasan
ni cinco segundos y vuelve a mirar la hora. Se le está haciendo realmente
tarde. Entre mirada y mirada al reloj no se da cuenta de aquel chico que se ha
acercado.
-Toma, puedes usar el mío. - Laura se sobresalta al
oír la voz de aquel extraño de cuya presencia ni se había percatado.
-¿Qué?
-Que puedes usar mi paraguas, tienes pinta
de necesitarlo.
-Pero y tú...
-Yo vivo en este piso de aquí, no me voy a
mojar.
-Ah, bueno... Emmm... Gracias pero...
¿cómo te lo devuelvo?
-Puedes quedártelo, o si quieres
llámame y me lo devuelves. - El extraño se mete la mano en el bolsillo
de la chaqueta y saca una tarjeta con su número que le da a Laura.
Ella la acepta. En ese momento el chico
sonríe. Hasta entonces Laura no se había dado cuenta de lo guapo que era.
Estaba tan confusa por el hecho de que un extraño le ofreciese un paraguas que
ni se había parado a mirarlo con atención. No sabe que le llama más la
atención, si sus ojos claros o aquella sonrisa tan perfecta.
Sin poder apartar la mirada de aquel chico
tan extraño, guarda la tarjeta con su número en el bolsillo del pantalón. Solo
es capaz de articular un "Gra..graci..gracias". ¿Por qué tartamudea?
Nota como sus mejillas se encienden, ¿qué le pasa? Está nerviosa, como si
tuviera 14 años y fuera la primera vez que habla con un chico a solas. ¡Se le
hace tarde! Deja de mirar embobada al chico y mira rápidamente a su reloj.
-Lo siento, debo irme o perderé el metro.
-No pasa nada. - Y vuelve a mostrar
aquella sonrisa que la deja ensimismada.
-A...adiós.
-Hasta pronto.
Mientras camina hacia el metro bajo el
paraguas piensa en la situación tan extraña que acaba de vivir. Él se ha
despedido con un hasta pronto, ¿habrá sido una simple despedida o dará por
hecho que ella lo llamará? Cada vez camina más deprisa. Llega a tiempo, justo a
tiempo. Tan solo 10 segundos más tarde y habría visto pasar el metro en
sus narices. Durante el trayecto de vuelta a casa va pensando en mil cosas a la
vez. ¿Dónde guardará los regalos, cuántas posibilidades había de que un
desconocido le dejase su paraguas, debería llamarlo para devolvérselo, estarán
sus padres ya en casa? Son tantas cosas las que tiene en la cabeza que casi se
pasa la parada. ¡Vaya día lleva! Todos los pensamientos de antes desaparecen
por un momento, ahora solo piensa en llegar a casa y descansar de esa mañana
tan estresante que lleva.
Por fin en casa. Y a tiempo. Ha podido
guardar los regalos en un buen sitio y aún no han llegado los demás. Se tumba
en el sofá y en ese mismo instante suena su móvil. Es un mensaje de WhatsApp.
De un número que no tiene en su agenda. Lo abre. Y lo lee.
"Lo que prometas bajo la luna cúmplelo
al salir el sol.
Yo soy de los que cumplen sus promesas.
Feliz Navidad Laura."
El mensaje no lleva nombre, pero tampoco
lo necesita. Sabe perfectamente de quien se trata. Recuerda perfectamente el
momento exacto en el que ella le dijo esas palabras a Marcos. Era él,
cumpliendo la promesa que le hizo hace dos años.
Me acabó enterneciendo por completo, leí el capítulo anterior para ponerme al día... y quiero decir que ya te has ganado una seguidora más... Mis más sincera enhorabuena.
ResponderEliminar¡SE FELIZ! :):)
wow! muy interesante la verdad!
ResponderEliminarLo que más me ha gustado es el principio de la historia y el final, inesperado sin duda!
Mi blog es
http://uultimosuspiro.blogspot.com.es
Si te apetece pasarte nos seguimos, un besito! y me encanta la música que tienes :)
esa frase lo que prometas bajo el sol, cumplelo al salir el sol tu la escribiste o es de algún escritor, esque e visto que es muy popular. felicidades muy linda historia
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